Ahora mismo debería estar estudiando y sin embargo aquí estoy, escribiendo esto. ¿Qué me pasa? Ni yo lo sé. Desde luego está siendo un año desastroso. Miro ahora la entrada que escribí a principio de año y me río por no llorar. Porque no sólo no he cumplido nada de lo que dije, si no que he agravado defectos y lacras que ya debería haber superado hace mucho tiempo. Si no fuera por dos o tres personas que literalmente están salvándome el año (y mi vida), por esos conciertos desperdigados en el tiempo que hacen que olvide todo durante dos horas o tres y me quitan la tontería y me ponen una sonrisa en la cara durante un mes o dos. Y luego vuelta a la realidad. No voy a hablar del tema universidad porque me cuesta mucho ser realista. Es muy difícil ser realista cuando tus expectativas se parecen tan vagamente a la realidad. Desde luego que no es como te lo pintan. Y la gente no es mejor que en ninguna otra parte. He conocido gente peor que en mis peores años de instituto. O quizá me haya vuelto demasiado exigente con la gente que me rodea y pida demasiado, cuando ni siquiera tengo derecho a hacerlo. Lo cierto es que no creo haber conocido a las suficientes personas que merezcan la pena como para que me falten manos para contar (y eso a la alza...).
¿Que suspendo? ¿Que no tengo beca? ¿A quién le importa? A mí, debería. Pero no. Yo quiero una carrera donde me enseñen inglés, puramente hablando. Donde hablemos de escritores desde Shakespeare hasta Kerouack. Y donde la gente sepa quién es George Orwell. En cambio estudio gramática española, y la vida de unos tíos sin nada mejor que hacer que estudiar el lenguaje como ciencia. Cuando el lenguaje es probablemente la cosa menos científica que exista (¿por qué me gusta si no?). ¿Lo que necesito ahora mismo? Hacer una maleta, irme al pueblo más perdido de Inglaterra durante un año y olvidarme de todo, y volver nuevo. Pero claro, eso es soñar por soñar. Y de sueños se vive. Y así voy viviendo yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario