A veces siento que no estoy hecho para el mundo, que lo que hay fuera no es para mí. La gente. Las cosas. La percepción clara de mi alrededor me ha hecho darme cuenta de que todo es tan imperfecto, que a veces me cuesta no rechazarlo. Las letras y la música pudieran haberme convertido en una persona mayormente solitaria. Cierto es que, claro, a menudo disfruto de la compañía de los demás. Pero también es cierto, que muchas otras veces, quiero desaparecer. Quizás mi destino es entregarme completamente a una sola persona o cosa durante el resto de mi vida, y nada más. Siempre que imagino mi vida futura, nunca es rodeado de gente. Siempre solo, o en poca compañía. Todo esto ha hecho de mí un ser poco abierto a los demás. No creo que nadie haya llegado a conocerme de verdad nunca. Las cosas que pasan por mi mente, rara vez salen de ahí. Y, sin embargo, otras veces necesito la compañía más que nada en el mundo. Otras veces siento que necesito salir al mundo exterior, comérmelo. Y este sentimiento puede cambiar en pocos días, horas, minutos, en cuestión de segundos, hasta el otro extremo. Quizás esta personalidad desdoblada y esta visión con perspectiva sobre todo, que nada es blanco o negro, nunca jamás, me torturen y, quizás, y sólo quizás, nunca consigue llegar a ser feliz del todo (si es que eso es, siquiera, posible). Esta idea, a veces, y sólo a veces, me tortura hasta el hastío más profundo. Hasta que cojo un libro, doy al "play" a algo, hasta que consigo olvidar. Y así siempre.
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